Roten Apples : Fotografías analógicas de medio formato escaseadas e impresas en papel Creative Fine Arte RAG fotográfico de 295 gr con fresasdo de control numérico en PVC de 1cm.
Medidas : 200 x 500 cm.
Exposición en el MUSEO GUGGENHEIM BILBAO. Eginberri.
Rotten Aplles 2017.
En lo relativo a lo humano, no hay nada más artificial que la separación de los conceptos de natural y artificial. Desde que el primer antepasado que todos tenemos en común se bajó del árbol para comenzar una nueva y fructífera vida a dos patas, la naturaleza y nuestra creación se han imbricado en un todo inseparable. Desde luego, desde hace ya tiempo esto es algo que se puede aplicar a una escala macro. El impacto del hombre sobre el planeta es tal que al tiempo actual de la Tierra lo llamamos antropoceno.
Pero hablemos de esas cosas pequeñas que nosotros somos. Desde la perspectiva humana, ¿qué es lo natural y qué es lo hecho por el hombre? Es difícil tenerlo claro. Desde que comenzamos a surcar la tierra con los dedos y a llenar los huecos con semillas, cambiamos el sentido del mundo que nos rodea, de la naturaleza. La planta emergida de la semilla plantada era ya un producto del hombre. Y así se entendía.
Sospecho que no fue hasta hace poco que el ser humano, aislado y deprimido en una cárcel de piedra, ruido y humo, comenzó a echar de menos su pasado salvaje y a idealizar consecuentemente esa parte de sí mismo. Los primeros antropólogos exageraron hasta el punto de hacer del buen salvaje una caricatura por contraposición al decadente hombre de ciudad, pero esos conceptos no han sido superados y siguen operando en nuestra cosmovisión occidental. Suponemos que lo que brota de la tierra siempre es bueno, olvidando que nuestra vida es precisamente una batalla por la supervivencia biológica que hemos ido ganando eventualmente gracias a nuestros propios ingenios.
La obra que aquí presenta Patrik Grijalvo gira en torno a esa paridad conceptual natural-artificial, pero entendiéndolo como dos partes de un todo. Como un yin y un yan, la separación de los conceptos solo es posible en un ejercicio adulterado. Es el paspartú lo que delimita la fotografía, pero es precisamente ese acotar lo que la define. Y si depositamos ahí la mirada, veremos que en el aparente negro que vemos en la distancia en realidad se recoge la voluptuosidad de formas de la selva costarricense, donde la línea recta solo se puede evocar como un ideal. Ahora, el juego reside precisamente en darnos cuenta de que ambas partes de la obra son un todo indivisible, en el que una no es pensable sin la otra, y viceversa. Precisamente como lo natural y lo artificial. Precisamente como nosotros y el mundo en el que vivimos.
Exposición en Torre de Ariz Basauri.
Antropoceno 2016.